Solo dos semanas restan para el Ironman de
Cozumel, si, otra vez voy, pero esta vez es por ir con mi familia y novia,
realmente es un lugar muy bonito que cuando lo dejé, prometí que regresaría
acompañado.
La preparación se ha visto truncada por unas
tendinitis aquileas en las dos piernas, seguro producto de los ultras, específicamente
debe haber sido la TGC. Cada ultra me deja un recuerdo en mis extremidades
grrrr. Creo que soy muy frágil para la montaña.
Suelo entrenar 9 semanas fuerte y dos de descarga,
por las lesiones he podido solo meter 5 semanas como se debe y las otras sin
hacer nada. Me siento un poco desanimado porque me hubiese encantado intentar
ir a pelear a tope, pero mi mente que dice que no estoy en condiciones, aunque
el pulso me dice otra cosa.
Esta mezcla de ultra con ironman es muy
particular, ambas podríamos decir que son larga distancia, pero son tan
diferentes la una de la otra. El ultra es full espiritual, pasar tanto tiempo
en la montaña solo te hace alejarte de todo y ver todo desde un punto de vista
diferente. Se puede conjugar (o al menos como yo entrenaba) esa actividad con
una vida normal al tener que entrenar solo una sesión al día, y en mi caso solo
5 días por semana. Además para mi es durísimo y no pretendo hacer un tiempo específico,
solo quiero llegar antes del corte y punto, eso hace se disminuya una cantidad
grande de estrés en los meses de entrenamiento.
El Iron para mi es diferente, al ser tres
deportes se los puede entrenar a doble jornada y seis días a la semana, en
otras palabras es full tiempo esta locura, para rematar ya existe un tiempo o
marca a superar, y por más que el entrenamiento no haya sido el adecuado,
siempre existe una esperanza que un milagro suceda. Esto es obsesionante y le
genera una cantidad de expectativa permanente durante todos los meses de
entrenamiento.
Sea como sea, es hora de ser triathela, ya casi
solo queda descargar y darlo todo en Cozumel, que ganas de meter la bici en la
maleta.